FRANCISCO: LA PARTIDA DE UN LIDERAZGO GLOBAL CON RAÍCES LATINOAMERICANAS
El papa Francisco falleció a los 88 años dejando una marca indeleble en la historia de la Iglesia Católica y del mundo contemporáneo. Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice latinoamericano, se consolidó como un referente espiritual y político a nivel global. Predicó la sencillez, optó por vivir en la residencia Santa Marta en lugar del palacio papal y mantuvo su cercanía con los sectores populares, promoviendo una Iglesia “con olor a oveja” que defienda a los pobres, denuncie las injusticias sociales y se abra al diálogo interreligioso.
Durante su pontificado, Francisco impulsó transformaciones significativas en la estructura eclesiástica y la doctrina social del Vaticano. Denunció un modelo económico excluyente, abrazó la causa ambiental con la encíclica Laudato Si y propuso la fraternidad universal en Fratelli Tutti. En un mundo sacudido por conflictos, eligió como primer destino pastoral la isla de Lampedusa para solidarizarse con migrantes, y desde entonces reforzó su rol como interlocutor con líderes mundiales. Su mensaje pacifista resonó en foros internacionales y encuentros interreligiosos, donde instó a construir puentes frente a la fragmentación global.
Puertas adentro, impulsó una Iglesia más sinodal, horizontal y participativa. Dio protagonismo a los laicos, promovió el rol de las mujeres y encaró con firmeza los escándalos de abusos y corrupción. Su liderazgo no estuvo exento de resistencias, tanto dentro del Vaticano como entre sectores conservadores de la Iglesia y del poder político. Aun así, mantuvo el rumbo con convicción. La reforma eclesial que dejó en marcha —profunda pero aún inconclusa— será el principal desafío para quien lo suceda tras su partida.
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